Parece ser que el IAI apareció hacia el siglo XVI, y se atribuye a la visión que tuvo el famoso samurái HAYASHIKAZI, JINSUKE SHIGENOBU durante una de sus meditaciones en el templo. Creó la escuela SHIGENOBU RYU en la que se enseñaba las primeras técnicas del IAI. La disciplina comenzó a extenderse tomando otros nombres como: NUKI-AI, ZA-AI, SAYA NO UCHI, BATTOJUTSU, etc. La idea del IAI, era enseñar al practicante, en cualquier posición que se encontrase (de pie, de rodillas, sentado, rodeado de enemigos, etc.) a anticiparse, o ser capaz de parar, esquivar y responder ante un ataque con un dominio perfecto del manejo del sable, pues desenvainar con rapidez era una cuestión de vida o muerte. A tal efecto, a mediados del siglo XVI, el sable se fue acortando, y se llevaba en la cintura con el filo hacia arriba, para desenvainar y cortar en una sola acción. Al IAI se le define también como el zen de las Artes Marciales. Es la expresión material de la acción más decidida a partir de la calma, y de la calma absoluta durante y después de dicha acción.
En su origen la única meta era cortar al adversario, y abatirlo lo antes posible tomándole la iniciativa, cogiéndole por sorpresa si era posible, sin dejarle ninguna oportunidad de defenderse, se buscaba aprovechar el descuido, la distracción o la falta de vigilancia del otro, (SUKI). El samurai estaba obligado a permanecer alerta todos los instantes de su vida, porque el adversario estaba en su perfecto derecho de aprovechar un descuido o distracción para atacarle. Pensaban y obraban en consecuencia, que el bushi que se descuidaba merece la muerte porque ha puesto en peligro la vida de su señor (daimyo). Se consideraba un honor haber sido el primero en atacar y matar por sorpresa al adversario hasta el punto de merecer una recompensa. No se tenía por indigno, innoble o vergonzoso tomar la iniciativa sin avisar para atacar a su enemigo, más bien era de uso y regla común aceptada y conocida por todos. Pero incluso si el otro estaba alerta y en guardia, concedían mucha importancia al hecho de ser el primero en atacar. El samurai se entrenaba a diario realizando como mínimo 150 acciones de envainar y desenvainar y mil golpes de corte (uchi) para no perder un mínimo de habilidad y rapidez. En Iai, el combate empieza en el sable envainado, y concede más importancia a las facultades mentales de rapidez, de juicio, calma, serenidad, intuición, para captar la intención del otro; que a la velocidad de acción aún siendo este factor muy importante. Al evolucionar hacia una finalidad pacífica y formativa el IAIDO antes de controlar y cortar al adversario busca dominar el propio ego, hacer posible la victoria, o la solución del conflicto sin desenvainar. El único adversario es el propio ego. El enemigo que visualiza en sus katas es el factor artificial que le permite ejercitar la concentración, el dominio de los gestos, la disponibilidad constante e inmediata de cuerpo y espíritu. Para aprender a adaptarse inmediatamente a cualquier circunstancia de lugar, espacio, tiempo y responder a la repentina solicitud o estímulo exterior de la mejor manera posible. El Iai Do tal y como lo conocemos hoy en día, es una disciplina física y mental, no combativa, siendo quizá la más filosófica de las Artes Marciales Japonesas, en la que se practica el manejo de la katana. El Iai Do moderno es el reflejo del guerrero clásico y es de las pocas, que mantienen intacta su pureza desde el Japón feudal. Utilizando el sable como prolongación de nuestro cuerpo, simboliza la necesidad de la orientación espiritual, así como las cuatro funciones de la conciencia: el pensamiento, el sentimiento, la intuición y la sensación. La larga historia de este Arte Marcial, está encaminada hacia nosotros a través de la expresión de una gran variedad de formas y métodos donde la síntesis ha sido realizada en el seno de numerosas escuelas (RYU's). |